ESCRITORES CHIQUIMULTECOS
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Humberto Porta Mencos

HUMBERTO PORTA MENCOS

                Foto tomada del libro Chiquimula en la historia de Rosa Flores M.

    Muy joven empezó a destacar como poeta, sus primeros versos los escribió cuando aún era estudiante en el Instituto Normal para Varones de Oriente, INVO. Posteriormente, publicó en periódicos y revistas literarias.
    En 1928 acometió la empresa de compilar el Parnaso Guatemalteco, en orden cronológico, cuya obra, una de las más completas en su género, reunió lo más sobresaliente y característico de la poesía nacional con acertada singularidad.
    Años más tarde, Humberto Porta Mencos entrega a la crítica el libro Poesías Escogidas, editada en la casa editorial Maucci de Barcelona y prologada por el escritor español José Brisa. En 1944 aparece la composición que lo consagró como uno de los más connotados poetas de América: La Eterna Tragedia, poema filosófico-social, compuesto de cuatrocientas décimas y un total de cuatro mil versos octosílabos.
    La última obra que nos legó se llama 100 Poemas.
     Publicaciones: El parnaso guatemalteco (1928); Poesías escogidas (1931); La eterna tragedia (1944); 100 poemas (1961).





¡QUÉ LINDO SER PRESIDENTE!

Nací en un pueblo ignorado,
de altas montañas rodeado
y de poético ambiente;
mas, como era hombre apartado
me creían un demente...

Pero ese tiempo pasó...
y hoy les cuento a mis lectores,
que más tarde tuve yo
sinceros admiradores...

Y tanto sonó mi nombre
en la República entera,
que no quedó un solo hombre
que a verme a mi pueblo fuera;
unos por criticarme
y otros iban a elogiarme
de simpática manera.

Con la fama que me dieron
candidato ellos me hicieron,
pero..., ¡Para Presidente!
Y sin tener contrincante
salí tan luego triunfante,
que no creí decente.

Pero, en fin, a lo hecho pecho;
y yo entré con pie derecho
a ser Jefe de Estado.
Y ... ¡Oh! que grandes ovaciones
de taimados, de sacones,
y tanto tipo arrastrado...

¡Qué lindo ser presidente!
¡Cómo se apiña la gente
cuando uno suele pasar!
Le tocan la Granadera
como a la misma bandera,
todos le hacen el saludo
y una banda con escudo
pude en el pecho ostentar.

Lucí condecoraciones;
espadines y espadones;
carros tuve regalados,
de los últimos blindados
y quetzales a millones...

Parientes me aparecieron
-no sé de dónde salieron-;
mas, eran todos mestizos,
enanos y cabezudos;
unos sobrinos desnudos
y hasta unos primos mellizos.

Los Ministros celebraban
mis proyectos con canciones,
y si conmigo se hallaban
sólo eran genuflexiones.

El Congreso en general
estaba siempre a mis pies;
y si no recuerdo mal
se pasaban todo el mes
discutiendo cosas vanas,
tan peregrinas y necias,
cual prohibirle a las iglesias
que tocaran las campanas.

Pero un día..., de repente,
¡Plum...! Me dieron cuartelazo;
y yo comentando el caso
me quede estúpidamente...
¡Qué lindo ser Presidente!





LA ETERNA TRAGEDIA
(Fragmento)

Tarde de sombras y brumas
y de eléctricos fulgores;
en que se mueren las flores
con el beso de las brumas.
Hay aleteos de plumas
en el bosque rumoroso;
y del río caudaloso
que recorre la extensión,
se adivina la canción
que va cantando gozoso.

El hombre, en su tierna edad,
vivió lleno de terror,
porque escuchaba el fragor
de una horrenda tempestad.
Viò en la negra inmensidad
a las centellas cruzar,
y sintió temblar
la tierra en un cataclismo,
y al contemplarse a sí mismo
su Yo lo pudo explicar.

Todo es falaz espejismo…
Todo es ficticio y es vano…
Tan profundo es el arcano
como insondable el abismo…
Siempre el hombre será el mismo;
la existencia será atroz
y en esta marcha veloz
pasan centurias…, milenios…
¡nacen, viven, mueren genios
y no conocen a Dios!

La paz que ansia no alcanza
y la dicha se le esfuma,
su mismo existir le abruma,
y halla en su desesperanza,
tanta malaventuranza,
que al final todo le asedia;
pues sus males no remedia
y no sacia su ambición:
Por que el hombre, en conclusión,
vive una ETERNA TRAGEDIA…!





MAÑANITAS DE ABRIL
                                          -Canción-

En el abril de oro de la vida
fue cuando me enamoré de ti
porque eras una rosa escondida
que para mí solo descubrí.

Pero la ilusión fue pasajera
porque eterno está solo el dolor
y es tan grande mi penar
que solo sé evocar tu amor.

Mañanita de abril
que ahora me hace soñar
el encanto de ayer
que no puedo olvidar.

Mañanita de abril
de divino esplendor
que revives en mí el amor.





JAMÁS TE DESESPERES

Jamás te desesperes, conserva la esperanza,
que el tiempo presto avanza…
y en un solo segundo
puede cambiar tu vida o transformarse el mundo.

Jamás te desesperes, que ha de llegar el día,
la hora en que se cumplan tus múltiples anhelos...
¡Entonces en tu alma será todo alegría
y radiantes estrellas alumbrarán tus cielos!

Jamás te desesperes, porque en esta existencia
debes ser resignado, debes tener paciencia:
¡Y si eres para todos los sufrimientos fuerte,
te habrás ganado el cielo a la hora de la muerte!




EL POETA ERA ENFERMO
(A la memoria de Raúl Mejía González)

El poeta era enfermo, y su musa era suave
como un arpa que llora, como el canto del ave;
su mirada fue dulce, su carácter fue tierno;
¡y era pálido y triste como un día de invierno!

Y sus versos tenían el rumor de las fuentes,
de las fuentes que en perlas de cristal se desgranan
en los parques dormidos y en la noches silentes
cuando vaga el perfume que las flores emanan.

Y pasó por el mundo sin ser visto el poeta,
como vive en el prado la modesta violeta
que se oculta en las hojas para estar resguardada;
siendo corta su vida cual la de una alborada.

En sus horas amargas, el poeta sufría
las desdichas del mundo… ¡Su dolor era acerbo!
y cuando él se inspiraba, sus estrofas tejía;
y su musa era hermana de la musa de Nervo.

Su mirada fue dulce, su carácter fue tierno;
y era pálido y triste como un día de invierno…
Y una noche al poeta le llegó, al fin, la hora
que pasó por su lecho la enlutada Señora.





LONGINOS

Estaba el Cristo crucificado,
y con el rostro mustio, inclinado.

Ya había dicho sus celestiales
siete palabras, que por sublimes son inmortales.

Estaba muerto,
y el alto monte casi desierto…
Solo quedaban unos malvados,
jugando a los dados.

Pero de pronto, un ciego impío con una lanza
llegó buscando al hombre amado,
que hoy es del mundo ala venturanza.

Por un malvado,
fue conducido
al pie del Cristo, ya entumecido
y con la lanza le hirió un costado.

Era Longinos, un hombre ciego de nacimiento,
el que con saña le dio un lanzazo,
por ser escaso
de entendimiento.

Pero la sangre brotó al instante,
del pecho amante
del Nazareno, y por la ráfaga suave del viento,
cayó en los ojos del ciego impío
como rocío;
y el ciego, entonces, miró al momento.

¡Miró asombrado!
y al pie del Cristo, crucificado,
oró de hinojos:
¡Porque le había
dado, ese día,
luz a sus ojos!



¡OH, CORAZÓN!

 

¡Oh, corazón! Si lleno de amor un día
me haces variar de todos mis derroteros,
de ese amor divino la poesía
sienta dentro de mi alma cual los postreros
rayos de un sol muriente rumbo al ocaso…
¡entonces, corazón mío, detén el paso!


 



ERA UNA ROSA MUY BELLA
                                      Margarita, está linda la mar
                                                               Rubén Darío

Margarita, te voy a contar
otro cuento, yo también,
como el que contó Rubén
en sus versos “Cielo y Mar”.

Era una rosa muy bella
sobre unos negros cabellos,
y era una niña como ella,
y era una noche como ellos.

Hizo la brisa capciosa
alarde de sus traiciones;
y en la noche tenebrosa
de los cabellos, la rosa
fue una lluvia de ilusiones.

Viendo rodar los despojos
de aquella hermana, turbada
bajó la niña los ojos,
y el clavel de los sonrojos
tiñó su faz inviolada.

Para sacarla del mal paso
viéndola así tan corrida,
me puse a contarle el caso
de otra noche parecida…

Fue en una noche de enero,
había calma en alas horas…
perfumes en el sendero,
y allá en el cielo un reguero
de estrellas fulguradoras.

Caminaba un triste paje,
que llevaba para el viaje
en el alma una canción,
un ensueño en la mirada
y una rosa colocada
encima del corazón.

Se apareció al caminante
una mujer de semblante
aterrador
que al ver la rosa en su pecho
con yo no sé qué derecho
le reclamó aquella flor.

Él la negó. Más furiosa
la mujer sin compasión,
al arrancarle la rosa
le desgarró el corazón.

Por mucho tiempo aquel paje
vivió llorando el ultraje
de tan grosera traición;
Y es la historia bien sabida
que le ha quedado una herida
muy honda en el corazón.

Quisiera saber, señor,
- me interrumpió la hechicera-
¿quién fue esa mujer artera,
y quién por sólo una flor
padece de tal manera?

Le contesté sin tardanza:
la rosa era la esperanza,
la mujer, la realidad, y el paje,
tu servidor que del viaje
va apenas por la mitad.





   

CHIQUIMULP

(del TRÍPTICO HISTÓRICO)


               I
Chiquimulp y la púdica princesa
Ja, vinieron y tiernos se juntaron;
los dos eran de autóctona nobleza
y al unirse su reino aquí fundaron.

Y él todo fue fausto, fue grandeza,
sus ídolos en piedras los labraron;
y haciendo ostentación de su riqueza
en colosales templos adoraron.

Sus nombres dieron estos dos amantes
al reino que fundado habían antes,
cual narra la leyenda tiempos…

Pues sus nombres unidos escribieron,
y por eso a su reino pusieron:
¡con pompa el nombre de Chiquimulpjá!



            

AUGURIOS

Un signo cabalístico hizo un mago en la arena,
y al hacerlo me dijo: “te diré tu destino”...
Se miraron las nubes de un color blanquecino,
y la noche estrellada se encontraba serena.

Cuando yo le vi el rostro me abatió una honda pena,
y él me dijo: “Ya veo tu futuro camino…
está lleno de encantos, el paisaje es divino,
y se escuchan los cantos dulces de una Sirena”.

Un pájaro agorero trinó en una enramada,
y la luna saliendo sigilosa y plateada
proyectó nuestras sombras con su pálida luz…

El mago alzó los brazos, dio la espalda al oriente,
y después caviloso con su índice en mi frente
me trazó temeroso, una fluídica cruz.

      


LEJANÍAS

Mi recuerdo se pierde en el olvido
abrumador de lo que ya no existe,
y es como un ave que buscará el nido
en una tarde triste.

Hay en la lejanía
de mis ensueños, un país remoto
lleno de fantasía
al que no he de llegar nunca en la vida,
porque mi barca se quedó perdida
y con el mástil roto.

Tengo el presentimiento
de no alcanzar la dicha placentera,
porque un día la vi pasar ligera
cual si fuera impulsada por el viento.




  

¡OH, VIEJA PUERTA!

¡Oh, vieja puerta que me viste un día
salir cantando lleno de alegría
y perderme en lo largo del camino
por donde me fue guiando mi destino,
destino cruel que aún no conocía!

Cuando yo era pequeño
te cerraban sin ruido
para no perturbar mi dulce sueño
si me hallaba dormido.

En las tempranas horas
te abrían de repente
y besaba mi frente
la luz de las auroras.

Y siempre que sonaba
tu pesado aldabón, era un amigo
que en casa se anunciaba,
o si no, era un mendigo
al que santa limosna se le daba.

Cuántas veces ligero
te hicieron temblar ¡oh, vieja puerta!
Y era la áspera mano del cartero
que una carta nos daba,
o lleno de cautela
nos dejaba una esquela
que una amarga noticia nos llevaba.

¡Oh, vieja puerta que me viste un día
salir cantando lleno de alegría
y perderme a lo largo del camino…!
¡Me has de ver, me has de ver salir inerte
en los helados brazos de la muerte,
cuando al fin me lo imponga mi destino!




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